El juego del mentiroso – Lluís María Todó

      El juego del mentiroso es un juego de naipes en donde los jugadores (por lo menos tres) buscan descubrir al mentiroso dentro del juego y quedarse sin cartas lo antes posible. ¿Es este ejercicio de exorcismos y apariencias una metáfora para retratar la novela o el título se refiere al juego de ficciones y verdades que se someten los protagonistas?

       «El juego del mentiroso» retrata el ambiente homosexual de una Barcelona setentera, agitada por el cambio del régimen franquista, llena de esperanza(«¡Ánimo, nena, que hoy han dicho en la tele que todo el mundo tiene los ojos puestos en España!»), pero también el desenfreno. La búsqueda de nuevos valores morales por tres amigos que se conocieron por azares del destino, los lleva por un camino saturado de bifurcaciones, repleto de amantes (todos ellos homosexuales), relatos inesperados y jugosos.

      La novela se divide en tres «actos» y un «finale». El segundo acto está compuesto por las cartas que los protagonistas deciden compartir con los otros dos, aunque este acto no aporta mucho al argumento principal, nos ofrece un perfil psicológico de los amigos y algunos relatos picantes. La narración es heredera de la tradición francesa. Se huele la influencia de Gide (relatos envueltos en relatos) y de Proust (evocaciones al pasado, a otras historias), pero no por ello deja de ser original y fresca.

       Además de servir de ventana para los experimentos morales de estos tres amigos, de regalarnos una prosa precisa y cuidada, de aportar historias picantes y atrevidas de corte homosexual; suelta, subrepticiamente, algunas interrogantes: ¿hasta qué punto el método, lo teórico abarca lo real?, ¿se puede teorizar la realidad?, ¿qué resulta más válido: experimentar por experimentar o los ensayos desenfadados de los amigos por ser una supuesta búsqueda académica?


Aquí les dejo un excelente reseña del libro por Juliá Guillamon en el diario Lavanguardia:

http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1994/03/25/pagina-41/34407526/pdf.html    

Celestino antes del alba

     Con «Celestino antes del alba» -escrita a los 21 años- se inicia una figura, una carrera, una «Pentagonía» (serie de libros desenfadados, satíricos, brillantes, aturdidores, críticos del régimen castrista), pero también comienza el personaje de Reinaldo Arenas.

     «Celestino» es un viaje onírico. Es una novela singular en su estructura (combina tiempos verbales, la narración se interrumpe impredeciblemente por citas insertadas a capricho, diálogos que comienzan a la manera de las obras de teatro, frases y palabras que se repiten, incansables, y se detienen de manera abrupta; el hecho de no tener capítulos pero sí dos finales…). Navegamos entra la realidad y la fantasía del narrador. El sueño y la vigilia, como solo puede suceder en la infancia, se mezclan irreversiblemente, aportando de esta manera imágenes de extraordinaria fuerza poética: 

«Al fin doy con una. Le descargo el palo, y la trozo en dos. Pero se queda viva, y una mitad sale corriendo y la otra empieza a dar brincos delante de mí, como diciéndome: no creas, verraco, que a mí se me mata tan fácil.

<<¡Animal!>>, me dice mi madre, y me tira una piedra en la cabeza. <<¡Deja a las pobres lagartijas que vivan en paz!>> Mi cabeza se ha abierto en dos mitades, y una ha salido corriendo. La otra se queda frente a mi madre. Bailando. Bailando. Bailando.»

      El narrador (un niño), acompañado de Celestino en todo momento, nos adentra en la vida de una familia del campo cubano. La mirada tierna y repleta de imaginación no impide reflejar el ambiente hostil que vive en su casa. ¿Pero quién es Celestino? ¿Un alter ego que sirve de consuelo del propio narrador, el  huérfano de una tía suicida, un fantasma parlante como los demás primos muertos, un espejismo en el fondo de un pozo? La respuesta no se esclarece a lo largo de la novela, pero nos deja pistas, huellas borrosas, como todo lo que sucede dentro de la novela, evanescentes entre la realidad y la imaginación sumamente activa del narrador.

      ¿Por qué a pesar de ser considerada una novela superior a la ganadora («La religión de los elefantes» de David Buzzi) solo obtiene la Mención Honorífica en el Concurso UNEAC de Novela en 1968 y no se le permite la reimpresión dentro de la isla? 

      Para empezar la complicidad entre el narrador y Celestino nos hace intuir una relación más allá del afecto consanguíneo. 

«-¡Suelta ese pájaro! -me dijo mi madre cuando me vio entrar con el pichón de pitirre entre las manos.

-¡No! Celestino y yo lo vamos a criar como si fuera nuestro hijo.»

      También el tema de la homosexualidad se hace explícito en la novela cuando la mamá del protagonista comenta acerca de las poesías que Celestino hace en todo tronco que toca: «eso es mariconería».

      Luego, la figura del abuelo nos recuerda de forma inexorable al propio Castro. La drástica medida que adopta contra contra la poesía de Celestino es la única vía pensable para mantener su poderío: el exterminio de los troncos. Dejarlos plantados sería una burla a su mandato. Derribarlos uno por uno a hachazos es la nulificación de la creatividad, la manifestación de que todo acto de libertad será inadmisible y por ello infructífero, buscando derribar con ellos el verdadero opio del pueblo: la esperanza. Es por ello que el hacha se vuelve una imagen de la represión descabellada, el miedo convertido en herramienta de muerte, la misma palabra se repite de manera obsesiva en unas pocas páginas.

      «Celestino antes del alba» es una narración que sorprende tanto por su creatividad formal como por su temática de fondo magistralmente soslayada. El estado de alucinación ingenua en que nos sumerge esta novela nos hace querer asir toda la realidad fugitiva de los sueños antes de que nos dejen huérfanos de nosotros mismos, antes de que nos permitan ver la materialidad de nuestra existencia, antes de que sea demasiado tarde y se esfume, antes del alba.


Aquí el libro en formato .doc

http://akerudigital.com/descargar/reynaldo_arenas_celestino_antes_del_alba.DOC

Advierto que este formato en especial, difiere en la edición de Tusquets (el libro impreso de la imagen) solo en la disposición de los espacios entre las citas y algunos párrafos, por lo demás el texto está integro.

Todo lo que tengo lo llevo conmigo

Para intentar comprender el murmullo que contiene esta obra, es necesario regresar al título original de la obra: Atemschaukel, oscilación de la respiración. Como una respiración cadenciosa, no demasiado fuerte, necesaria, menesterosa, es como se narran las peripecias de Leopold en el gulag. Leo tiene apenas 17 años cuando se va a trabajar a un campo de concentración, como deuda a pagar por los alemanes a los rusos. Con esta injusticia comienza la novela.

Herta Müller, ha hecho de esta obra un poema épico, pero sin héroes. Leopold (Oskar Pastior, es sin duda, un componente clave para la consumación de esta novela) realiza una travesía por las distorsiones más abyectas del alma para regresar, vacío de toda humanidad, a su casa. En su ciudad, el viaje empieza en lugares oscuros como parques y baños públicos: sitios de encuentros homosexuales. En el campo lo acompaña, inseparable, el hambre. Lo nombra, no sé si para reconocer en él una compañía ineludible o para darle rostro a su enemigo, le llama Ángel. El ángel del hambre. En la tradición católica el Ángel de la guarda es un compañero fiel que protege al niño de la desgracia. Se podría decir que en la novela el ángel del hambre es antagónico, pero ¿cómo aborrecer algo que emana de ti, que te pertenece, que le perteneces? De la misma forma en que el ángel cobra humanidad y protagonismo, a manera de escape, lo cobran otros elementos: el armuelle (planta apenas comestible), el cemento, el carbón, una pala (la pala del corazón, por su forma), los cadáveres helados, el licor de frambuesa, los sueños. Esto hace de la novela un viaje más bien onírico, cargado de lirismo, el lenguaje cobra también protagonismo en el texto. Las frases son el hilo conductor de la novela. «Sé que volverás», le dice la abuela de Leo antes de su partida. Oración que le ayuda a mantenerse con vida hasta su retorno, después de 5 años. La vida ha cambiado tan poco que todas las cosas se sobresaltan con su presencia. Hay una presencia vacía, deambulatoria, como una respiración acompasada. ¿Cómo emocionarse si todo lo vivido en el campo solo le enseña a no sentir?

Sé que volverás, le dice su abuela. Más que una frase salvavidas o un hilo tenso que se deja para volver por el camino, una condena, sentencia de por vida.

Sé que volverás.

Este post me agradó, sobre el libro:

http://ventanalateral.wordpress.com/2012/05/24/breves-de-todo-lo-que-tengo-lo-llevo-conmigo-de-herta-mller/

Y este:

http://arteletrasusamartin.blogspot.mx/2010/11/todo-lo-que-tengo-lo-llevo-conmigo.html

Una probadita del libro:

Haz clic para acceder a Todoloquetengo.indd.pdf

El libro en epub:

http://m.zbigz.com/files&hash=a98bf2a8faa5c69ffcebd1ce6eefe14d81b8b6f5

Una entrevista de Herta Müller por Crítica, la Revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla

http://criticabuap.blogspot.mx/2008/06/herta-mller-el-faisn-rumano-ha-estado.html

Ah, sí. Poco después se descubre que Oskar Pastior era informante de la Securitate, la policía secreta del extinto régimen comunista rumano. 

http://www.eluniversal.com/2010/09/18/til_art_los-fantasmas-de-her_2042760

La sodomía en la Nueva España

¿De dónde procede la poesía? ¿Cómo capturar sus formas? ¿Cómo obligarla a someterse, sin que se nos escape siempre, como aire en los pulmones, como agua de las manos, como fuego incontrolable? Los poetas clásicos, sometieron a la poesía al metro y a la rima.
Pensaban que al guardar la forma, la poesía saldría a flujo por sí sola, como un molde que solo habría que rellenar. Pronto, se dieron cuenta que tal ejercicio era infructífero. La poesía brota del mundo, no solo es un ejercicio retórico. ¿O sí? El tema, por otra parte, se inclinaba hacia lo espiritual. La sublimación máxima de la poesía derivaba del canto a lo sagrado, dios, la virgen, Jesús, los santos, ángeles.

Luis Felipe Fabre ha robado datos de la historia, nombres, fechas. Ha mezclado géneros como el villancico, el auto sacramental hasta la torsión. El tema de sus poemas: la sodomía y los procesos judiciales en torno a esta. Como si el uso de formas clásicas fuera la cúspide de la herejía para un tema tan mundano. Juega con los nombres, los pronombres, las fechas, la audiencia (que también posee voz), gusta del travestismo verbal, coquetea con las formas sagradas.

La sodomía en la Nueva España es un libro que sorprende desde el primer poema y mantiene la tensión poética (como la piel del tambor: un mismo sonido lleno de matices) hasta el final del libro. Incluso la aclaración bibliográfica, explicativa, de Fabre nos parece cargada de lirismo.

Salen unos links y dicen:

Link con el libro en Scribd:

http://es.scribd.com/doc/183959881/Luis-Felipe-Fabre-La-sodomi%CC%81a-en-la-Nueva-Espan%CC%83a

 

Enlace a youtube donde Fabre acompañado por Daniel Saldaña y Paula Abramo, recitando algunos poemas.

Salen Fabre, Daniel Saldaña y Paula Abramo y dicen:

 

Sale Rafael Lemus en Letras Libres y dice sobre este libro:

http://www.letraslibres.com/revista/letrillas/la-sodomia-en-la-nueva-espana-por-luis-felipe-fabre

 

 

 

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(Loa)

Sale
el Silencio
vestido de papeles en blanco:
trae puesto un beso atroz: el candado
que hiriente atraviesa y mantiene juntos sus labios:

sale el Silencio y se queda callado
durante el resto de la página:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una delicia, ¿no lo creen?

Estilo

 Nunca he leído un libro de poesía de cabo a rabo, de un sentón. Porque para leer poesía se necesita estar en un humor especial que implica concentración, receptividad. Nunca lo había hecho hasta Estilo. Dolores Dorantes no ha hecho un libro de poesía, ha robado poesía del mundo y ha creado un solo poema en este libro. 

Fragmentado por una enumeración, busca la circularidad que le rehuye, se le escapa. Sus escritos nos hablan desde un nosotras poético, un nosotras imperativo. Este nosotras nos llama, nos nombra, nos convence, avanza, retrocede, cede a su propia voz, construye, estalla, explota, vuelve. Todo el libro posee una unidad, una voz. Los versos vuelven como ecos pronunciados en la más absoluta soledad. Pero poetizar sobre un libro de poemas es un ejercicio de retórica improductivo, mejor les dejo unos links.

Aquí el libro:

 

Aquí un video:

 

Aquí el blog de la autora:

http://doloresdorantes.blogspot.mx/

Sobre una fantasía contenta

Contiene una fantasía contenta con un burlar decente

Detente, Peña de mi bien esquivo
mediática figura que más quiero,
bella ilusión por quien yo nunca muero,
dulce ficción por quien lujoso vivo.

Si al imán de tu imagen atractivo
sirve mi arresto en un penal de acero,
¿para qué me encarcelas lisonjero,
si he de hallarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa por ti esta tiranía;
(sabemos que de mente eres estrecho

y acordamos que yo me dejaría).
Burla al pueblo, que estás en tu derecho,
con mi absurda prisión de fantasía.

Sobre un tema político

A un copetín

Érase un hombre a un bisoñé pegado,
érase una melena delictiva,
érase un copetón, greña excesiva,
érase un gran volcán engominado.

Era un tupé de rock mal aplastado,
érase una maleza relpulsiva,
érase una gallina cresta arriba,
era Salinas más copeteado.

Érase una Gaviota chapucera,
érase un sabio, célebre erudito,
cabello utilizado sólo era.

Érase un flequillísimo infinito,
muchísimo mechón, pelambre fiera,
tanto para ocultar un pendejito.

Sobre la verborrea mezquina y algunos aspectos de la sátira

Había entre los números de entretenimiento que se presentaban esa noche uno sobre poesía. Fue sin duda el menos afortunado en cuanto repartición de aplausos al inicio del acto, pero sobre el que descansaron mis esperanzas de descubrir en el señor que se presentaba como «El poeta del pueblo» un mentor, o por lo menos cómplice, de mis inclinaciones literarias.

Comenzó su número (que consistía en la declamación de una carta, presuntamente en forma de verso) con un discurso en el que explicaba el nacimiento del poema y se ufanaba de la gracia y simpatía que despertaba su poesía en los eventos de la más alta alcurnia pueblerina donde hacía gala de su presencia. Durante toda su presentación, no obstante fuera prosa o verso (nunca supe la diferencia), declamó con la mecánica habilidad de un niño de primaria.

El núcleo de su participación eran las vulgaridades que espetaba al público y lo hacía reír. Yo ya me encontraba advertido de tal suceso, pero esperaba que como lo demanda la sátira (donde el uso de palabras altisonantes es común y si se hace con la agudeza necesaria, alcanza la genialidad) el revestimiento estético de su discurso. Sin embargo, ni la rima, ni el metro, ni la plétora de recursos literarios con que contamos fueron invitados a la exquisitez de su poesía. No es mi intención sostener que la sátira esté atada a las sílabas contadas y a la rima consonante, desde hace mucho tiempo que Menipo de Gádara perfeccionó la combinación de verso y prosa en este género, pero es el requisito mínimo de ingenio para alcanzar el mérito de llamarse «poeta» entre la plebe. Además para que el uso efectivo de la prosa como sátira surta efecto se necesita más que una letanía de obscenidades lanzadas al aire como si de repartirlas se tratara, la sutileza de la diatriba requiere de juegos de palabras, asociaciones inesperadas, metáforas endulzantes, caricaturas, parodias, que además de entretener al público, lo sorprenda la destreza verbal que posee el autor, lo deje ávido, impaciente de más.Imagen

Aquí podía hablar de los orígenes romanos de la sátira (Menipo, Horacio, Lucilio, Juvenal, Persio), comentar los clásicos españoles (Góngora, Quevedo, Lope de Vega, Cervantes cuyo Quijote es la muestra más colosal de la sátira) o los mexicanos (Desde Lizardi y Juana de Asbaje, pasando por Novo, Nandino, Pita Amor, hasta el virtuosismo de Monsiváis y Guillermo Sheridan). ¿No es la tradición de las Calaveritas un ejercicio poético y satírico que se practica año con año en la víspera del día de muertos? ¿No es el albur mexicano un hervidero de juegos de palabras de doble sentido donde el adversario se queda desnudo y violado (si bien es verdad que es más automatizado que ingenioso, de alguna forma ha de contribuir al género)? Pero como no quiero profundizar en las cuestiones técnicas ni académicas de la sátira, tanto por la escasez de mis conocimientos como por la pereza para buscarlos, les dejo este soneto a modo de ejemplo para mi encomiable amigo El Poeta del pueblo.

A un tal «Poeta del pueblo»

No hay Lucilio, Menipo, Juvenal,
Cervantes, Lope, Góngora o Quevedo
que pueda soportar ni con denuedo
tu léxico anodino de arrabal.

Tu léxico anodino de arrabal
su néctar nos ofrece cual viñedo
pero su jugo fétido y acedo
nos mata con hastío colosal.

Nos matan con hastío colosal
los «versos» que recitas como credo
con donaire mezquino de animal.

Pues el sabor insulso de tu enredo
disfruta de la gracia intestinal
de alguien que entretiene con un pedo.

El rastro

ImagenNora García asiste al velorio y entierro de su ex marido a un pueblo de México. La trama se construye alrededor de los hechos que surgen desde su llegada hasta el momento en que el ataúd se sumerge al panteón. Nada más. ¿Qué hay de entrañable en esta novela que he releído con tanta dulzura y devoción? 

Margo Glantz ha sabido construir con maestría una narración laberíntica. Los ejes de la novela son fáciles de localizar (el ataque al corazón de Juan, el corazón mismo, las variaciones Goldberg, los castrati, un tema de Schubert, la música de cámara), ejes que desaparecen y reaparecen en el soliloquio obsesivo de Nora García. En su arquitectura de repetición secuencial el más importante es el corazón. Juan, el ex marido de Nora, ha sufrido una ataque al corazón, el corazón de Nora, su deshecho corazón, el mismo órgano que tiene razones que la razón no entiende. Una novela de frases que giran sobre sí mismas y vuelven, distintas, como volvemos a los lugares donde en alguna ocasión estuvimos, como vuelve el eco: reconocible, sí, pero cada vez menos nuestro.

Así, el monólogo de Nora se transforma, se moldea, se acopla. ¿Y acaso no es nuestro discurso el discurso compulsivo de Nora? ¿No es nuestra manera de pensar tan versátil, voluble, como una ola que se aleja y vuelve con una fuerza distinta? ¿Acaso nuestras obsesiones no se tallan de la misma manera irresoluta, repetitiva hasta el cansancio, pero siempre distinta? 

Margo Glantz ha construido en El rastro una novela paralela a nuestras manías que no les permitimos abandonarnos. De ahí el nombre, no sólo el matadero, sino el hilo conductor que nos lleva de la mano por la dolorosa vivencia del entierro de Juan y de la memoria compulsiva de Nora García.

 

La virgen de los sicarios

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Se podría decir que La virgen de los sicarios es una novela violenta, iracunda, sangrienta, donde el autor nos embarra de sangre y de muertos que su enamorado Alexis va dejando a su paso por el Medellín que existe en los recuerdos del autor, por el Medallo desfigurado por el paso del tiempo, por el Metrallo de las comunas donde se encuentran los odios, las venganzas, los atracos, los robos, los muertos, los pobres. 

      Si se quisiera también se afirmaría que la novela es una perorata donde Vallejo desacraliza a la iglesia, destierra de su pedestal de misericordia, conformismo, mojigatería consoladora a los pobres; despotrica sin ton ni son contra los males detestables de Colombia: su política y sus políticos; se descara al hablar del amor erótico entre un adulto y un adolescente del mismo sexo; se pasma ante la orfandad de los animales; arremete contra todo lo que se le para enfrente y lo satiriza.

     Pero La virgen de los sicarios es una novela profética. El guión que han de seguir las avalanchas de violencia en México, los terrores que se han de sufrir en las ciudades del país en años posteriores, siguiendo el ejemplo de Colombia. El oráculo que prevería la deshumanización progresiva de las masas ante la supresión continúa, irreflexiva, absurda hasta la risión de personas, donde la impunidad es la norma y los sicarios son una realidad inexcluible de fuerza desproporcionada y desorganización ingobernable. 

      En tan sólo unas cuantas páginas, Vallejo logra exponernos como fiel espejo la situación de una Colombia aturdida, violentada, apática. La prosa de Vallejo va desde lo coloquial hasta lo barroco, el empleo de neologismos no dificulta la lectura ya que el autor ha sido cuidadoso al esclarecer cada uno de esos términos en el texto que fluye torrencialmente (no por nada Vallejo se ufana de haber acuñado el término «sicario»). Fernando al narrarnos en primera persona nos hace cómplices, pero no debe confundirse, esta no es una novela confesional, plagada de susurros y secretos a voces, sino una novela hablada donde el autor sabe situar al lector en un ambiente de camaradería como si se tratara una charla entre amigos. Además, la perfección estilística, la circularidad de los hechos que avanzan, se retrasan, que se mueven siempre a voluntad del discurso del autor, convierten esta novela en una pequeña joya de la narrativa contemporánea.

Aquí el link donde se encuentra la adaptación de la novela a película, adaptación a guión realizado por el mismo Fernando Vallejo. Algunas situaciones cambian y los diálogos varían un poco, pero en esencia, es la misma Medellín azotada por la inmundicia humana: 

http://www.youtube.com/watch?v=LiCKamJFLrw